¿Cómo luchar contra la despoblación rural?

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«Dos máximas, que me atrevería a decir que más que demográficas, son casi antropológicas, han fomentado gran parte de los procesos de poblamiento y despoblación»

Tierra de Campos

Una comarca de Castilla y León famosa por su llanura, mares de trigo y cebada que, al viento, levantan olas de aire caliente y seco que golpean las bases de los campanarios, que son casi faros, alumbrando la llegada de los pueblos entre vastas extensiones de grano.

Años 60. La máquina llega masivamente al campo. Los jornaleros -allí llamados agosteros- cada vez son menos. Ya no baja tanta gente desde Cantabria, Asturias o Galicia para colaborar en las tareas de siembra y recolección. Una máquina reemplaza su trabajo. Les sonará.

Concentración parcelaria. En apenas una década, también dejan de ser necesarias muchas de las familias agricultoras que trabajaban las tierras allí desde hacía siglos. Aquellas que tienen menos hectáreas se ven prácticamente obligadas a venderlas a los grandes tenedores, que terminan conformando con ellas gigantes parcelas de agricultura extensiva y “moderna”.

Migraciones masivas. Sin necesidad de mano de obra alguna, miles de familias abandonan sus lugares de origen en pos de las nuevas posibilidades que a priori alumbran las ciudades de la costa y, como capital, también Madrid.

Este es un vertiginoso resumen que intenta compactar las principales causas por las que Tierra de Campos ha visto reducida su población en un 63,5% desde los años 50 del siglo pasado. Un dato tan vertiginoso como desastroso para esta tierra. Pero el caso de la bella comarca castellana no es desgraciadamente el único; es además adecuado para representar gran parte del actual mapa español, con mayor o menor precisión sobre las causas, pero que bien se pueden resumir en dos puntos o reglas principales:

  • Las personas tendemos a generar organizaciones sociales y pautas urbanas que permitan optimizar los recursos disponibles. A menores recursos, mayor necesidad de optimización. A la vez, se tiende a la estandarización para una mayor economía de escala.
  • Las personas, consideradas como fuerza de trabajo, se mueven con su oferta y demanda. A más oferta de trabajo, mayor densidad de población. A más escasez, mayor despoblación del territorio.

Estas dos máximas, que me atrevería a decir que más que demográficas, son casi antropológicas, han fomentado gran parte de los procesos de poblamiento y despoblación que Castilla ha sufrido a lo largo de su historia -y que no han sido pocos-, algo así como un acordeón que sopla y aspira personas en un ciclo sin fin. Sin embargo, hoy en día el despoblamiento en determinadas zonas de esta tierra es tan extremo que no podemos seguir esperando a que este acordeón vuelva sin más a aspirar. ¿Es posible utilizar estas dos reglas en nuestro beneficio a fin de revertir un proceso que hoy parece ya imparable hacia una población cero?

La respuesta es sí. Todas las reglas, si se comprenden, se pueden intervenir a fin de ser usadas en beneficio propio. Como la gravedad, esa imparable y permanente losa que nos empuja hacia el centro del planeta, se manipula, por ejemplo a través de un sencillo columpio, que no es más que un juego que aprovecha esta ley en su beneficio propio para entretener a los niños y niñas.

2 factores clave en la lucha contra la despoblación

La optimización de recursos

La optimización de los recursos hoy en día es un factor clave, más si cabe desde que somos científicamente conscientes del impacto negativo que nuestro modelo de vida actual tiene sobre el medio ambiente. Lo que voy a escribir bien parece una contradicción, un desafío a las leyes de la gravedad, pero los estudios de impacto nos muestran que a mayor concentración de población, mayor sostenibilidad; es decir: juntar a mucha gente en el menor espacio posible es más sostenible que dispersarles por un espacio amplio. Básicamente, por dos razones principales: en primer lugar por economía de escala en gasto -el repartidor de paquetería gasta más gasolina -Co2- en repartir 100 paquetes en Tierra de Campos que 100 paquetes en el centro de una gran ciudad, y así con todo- y en segundo lugar por economía de escala en inversión -por ejemplo, infraestructura, no es lo mismo instalar cobre para dar luz a 100 personas en un único edificio de pisos, que a 100 personas en casas separadas por fincas monte arriba-.

La fuerza de trabajo

La segunda gran regla es la relativa a la fuerza de trabajo, que hoy no se comporta bajo las mismas lógicas que la fuerza de trabajo hace un siglo. Hay varias causas, pero las principales son el acceso a la educación y formación hoy en día, que permite que territorios a priori baldíos en materias primas sean sin embargo grandes centros de generación de valor -Islandia, por ejemplo- y, en segundo lugar, que la generación de valor va más allá de los medios físicos disponibles -un herrero necesariamente tiene que trabajar desde su herrería, pero un consultor actual en SAS lo puede hacer casi desde cualquier lugar del mundo-.

¿Y si consiguiéramos revertir el éxodo rural? ¿Y si utilizáramos las reglas que lo causan en beneficio de lo rural e invertir así el flujo migratorio, de despoblación? ¿Es posible desafiar la gravedad?

Esta es la gran pregunta que marcará el futuro del siglo XXI tanto en Castilla como en gran parte de las zonas rurales en el mundo.

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