Las comunidades mayas: un ejemplo de desarrollo

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La península de Yucatán es un sitio prioritario para la conservación de la biodiversidad en México, es un lugar único que funciona como sumidero de carbono, en el que se pueden encontrar especies endémicas, es decir, especies que habitan únicamente en ese lugar. Así mismo, esta zona ha sido resguardada y conservada por los pueblos originarios. Desde tiempos inmemorables, las comunidades mayas se han sostenido con la apicultura y la agricultura tradicional, como la milpa.

Además de desarrollar el turismo comunitario y sustentable, que promueven la conservación de los ecosistemas y su diversidad. Todas estas actividades han sostenido la economía de la región y buscan proteger su territorio y sus formas tradicionales de vivir.

Actualmente, la península de Yucatán es una de las regiones más conocidas y visitadas dentro de México.
Actualmente, la península de Yucatán es una de las regiones más conocidas y visitadas dentro de México.

Mi experiencia con comunidades mayas

Mi experiencia como activista trabajando con las comunidades mayas me ha acercado a la manera en que ellas y ellos ven el desarrollo; esta palabra que es muy sonada en la actualidad, y que puede ser traducida como el “buen vivir”, que puede tener diferentes significados dependiendo de la perspectiva y de los ojos de quien la mire.

Sin embargo, en pocas palabras, podría ser descrita como la garantía del trabajo libre y la aplicación de los conocimientos ancestrales de las comunidades: aprovechando los bienes naturales de manera sustentable y cuya defensa se hace desde la colectividad. 

Está demás mencionar que las comunidades mayas tienen claridad en cuanto a sus necesidades, reconocen los problemas de su territorio y buscan resolverlos de manera colectiva. Por lo tanto, resulta esencial que se permita a los pueblos mayas organizados que decidan cómo manejar y aprovechar su entorno; se debe respetar la cosmovisión ancestral que les permite resolver problemas locales, sin una visión externa.

Tener la oportunidad de acompañar a las comunidades mayas en su lucha por la defensa del territorio por y para las generaciones futuras, ha sido muy gratificante para mi. He aprendido mucho sobre la naturaleza, la cosmovisión y su manera de ver la vida. He aprendido también que las comunidades mayas tienen diferentes tiempos, y no es el tiempo que nos marca el reloj, que nos lleva a terminar una tarea tras otra, si no que es el tiempo de los ciclos de la naturaleza, del sol y de la luna.

La península de Yucatán de hoy todavía es hogar de personas mayas nativas, así como de personas de ascendencia maya. Las lenguas mayas todavía se hablan en el área hoy
La península de Yucatán de hoy todavía es hogar de personas mayas nativas, así como de personas de ascendencia maya. Las lenguas mayas todavía se hablan en el área hoy

Un territorio es mucho más que tierra para vender

Adicionalmente, es muy importante resaltar que cuando hablamos del territorio no nos referimos a un pedazo de tierra que se puede vender. El territorio va más allá, y se refiere al lugar en el que transcurre la vida de los pueblos originarios, es en donde ocurre la convivencia basada en la comunalidad, y los procesos identitarios y culturales llevados a cabo. Por lo tanto, el territorio debe ser visto como tal y asimismo debe ser defendido,. Porque la defensa del territorio es también preservar los ecosistemas y la cultura, defender el territorio, es defender la vida.

He acompañado a las comunidades a decir en alto que no puede haber desarrollo con desigualdad y con la riqueza concentrada en unas cuantas manos. Es por eso que se hace énfasis en que no hay desarrollo si no es para todos y todas. Es decir, un desarrollo que sea comunitario, consensuado con las personas habitantes del territorio, que respete sus modos y medios de vida, y les provea con los servicios básicos para poder tener una vida digna. Que a su vez, garantice su libre determinación para hacer efectivo su derecho a la justicia, nombramiento de autoridades y la defensa de la integridad de su territorio.

Buscamos un buen vivir que ponga freno a la industria y sus actividades extractivistas, porque queremos proteger el territorio y el patrimonio biocultural. Junto con las comunidades luchamos contra la resignación, por la esperanza y la firme convicción de que las cosas pueden cambiar y deben hacerlo.

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