La vida de una triatleta rural: soy pobre (o no), pero libre

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Noemi Barrientos es una triatleta rural. Conoce cómo vivir en Asturias, le cambió la vida.

Nunca pensé que entrenar en la naturaleza me haría tan feliz. Durante cuatro años tuve entrenador de triatlón: entrenaba seis de siete días, de forma metódica y disciplinada: fuera cual fuera la circunstancia, siempre por delante la fuerza de voluntad. En esos cuatro años mi rendimiento mejoró muchísimo. Pasé de ir al gimnasio y montar en bicicleta de montaña, a nadar dos veces por semana, salir en bici de carretera y a correr en un club de corredores.

Noemi Barrientos, triatleta rural

Vivir más conscientemente

Poco a poco fue adquiriendo una forma física de gran calidad: aprendí a conocer mi cuerpo, y empecé a competir de manera “consciente”, viendo cómo los entrenamientos impactaban positivamente en las carreras. Luego llegó el cambio en la alimentación y el cuidado de la salud: dejé de salir y me focalicé en aprender a comer y a nutrir mis músculos, y en descansar. Mi alimentación se basa solo en productos de la tierra: verdura, fruta, y legumbres. También lácteos y huevos. No como carne, pero sí pescado. De esta forma el deporte se convirtió en la palanca de mi vida.

Hoy soy una triatleta rural. Hoy soy libre.

Todo lo que aprendí durante esos cuatro años, me hizo ser la persona y la atleta que soy hoy. Ahora entreno en la naturaleza, midiéndome con ella en fuerza y dificultad: la reto y me reta. Me enseña y me enfrenta. Vivo en el Valle de Llamigo, en una casería en el bosque.

Vivir aquí, aislada, me cambió la vida y también la forma de entrenar. Sigo siendo igual de disciplinada, constante y tenaz, pero ahora soy libre. Libre para correr, nadar, y pedalear donde quiera y cuando quiera. Con lluvia, con niebla, con frío, con sol….No importa, tengo el privilegio de vivir en el cielo. Soy libre.

Aprendí a nadar a los 27

Nunca fui buena nadadora. Aprendí a nadar con veintisiete años, en una piscina municipal de Valencia, en clase de iniciación con señoras mayores porque me daba vergüenza. Le tengo pánico a las olas, y aún así, hice mi primer triatlón en Lekeitio. Fue la primera vez que vi el fondo de mar, me impresionó mucho. Aquí voy a nadar a la playa de Poo o la playa de Barro, porque son las más tranquilas.

Noemi Barrientos, triatleta y nadadora

Las playas de Llanes son espectaculares, sobre todo en invierno, en primavera y en otoño, cuando no hay nadie. Cojo el neopreno y la bolsa de natación, y me meto hasta donde el miedo me deja. Voy nadando de extremo a extremo, en lateral, hasta terminar el entreno. Todo el rato miro al mar de reojo, por si acaso. Cuando llego al arenal me invade un sentimiento único: una mezcla entre satisfacción y estar “a salvo”. De alguna forma me siento vencedora. Con el tiempo le he perdido algo de miedo al mar, pero no del todo. Cuando nado en playas a mar abierto, noto y siento el miedo, pero aún así nado, y entreno. Eso es lo que tiene la naturaleza, que es incierta y inesperada, que es más fuerte que tú y más sabia, así que siempre aprendo.

La bici.

Desde que vivo aquí también he ganado confianza en la bicicleta. Ahora bajo los puertos con más soltura y velocidad; es lo que tiene vivir en el Alto del Torno. Para subir a casa tengo que subir el puerto, así que he mejorado mis cualidades como escaladora. Por eso me gustan los triatlones donde el segmento de bici tiene desnivel. Los triatlones con montaña, con paisaje…

Despertarme al amanecer, coger el coche y bajar a la senda costera para correr yo sola, es una de los privilegios que me da vivir entre el cielo y la tierra. Algo de lo que ya no puedo prescindir.

A menudo cuando estoy con otros emprendedores montando proyectos de emprendimiento para el territorio, y dirijo los equipos de trabajo, me dicen que tengo una fortaleza y seguridad muy marcadas, que arrastra y empuja a la gente, pero que también impone y asusta porque es agresiva, exigente y dura. Creo que todo eso tiene mucho que ver con vivir en la naturaleza, con “hacerse a uno mismo” con lo que la naturaleza te da, y te deja.

Pensaba que era pobre, y solo libre, porque mi economía es muy humilde, pero en realidad soy impresionantemente rica. Soy una triatleta rural.

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