Participación juvenil e infantil en un mundo de adultos

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Una de las formas más directa de participación, con la que contamos las personas adultas para poder ser parte de la toma de decisiones sobre cómo queremos que sea nuestra sociedad, es el voto democrático. Cuántas veces habremos oído la afirmación “todas las personas tienen derecho a voto”.

Pues bien, podemos afirmar que esta frase «democrática» no es cierta. Y no por obviar a grupos minoritarios, sino porque estamos dejando de lado a un alto porcentaje de la población: los niños, las niñas y los adolescentes (NNA).

Una sociedad de la que todas y todos formamos parte debe ser una sociedad que escuche a todas las personas por igual.

  • ¿Quién decide sobre cómo han de ser los parques para la infancia?
  • ¿Quién toma las decisiones sobre el poco espacio público que se les ofrece a los adolescentes?
  • ¿Por qué la infraestructura de nuestras calles está hecha a la altura de la gente adulta?
  • ¿Por qué no se brindan más espacios a las personas más jóvenes para opinar sobre lo que les concierne?
Participación juvenil: ¿no deberían los jóvenes participar en el diseño de espacios que utilizan?
Participación juvenil: ¿no deberían los jóvenes participar en el diseño de espacios que utilizan?

Si el espacio público y la sociedad también es suya, ¿no deberían tener, los niños, niñas y adolescentes, derecho a decidir sobre ello?

Por ello es necesario seguir fomentando la participación juvenil e infantil desde una perspectiva holística. Y con ello la responsabilidad de las personas adultas, de crear, dar y cuidar estos espacios de `participación para velar por sus derechos.

La participación juvenil e infantil en el marco en una sociedad adulta.

Para fomentar la participación juvenil e infantil, las personas adultas, debemos revisarnos y cuestionarnos nuestra forma de escuchar y dar espacio a las y los más jóvenes. 

Vivimos en una sociedad creada por gente adulta para gente adulta.

Las aceras, los horarios de los institutos, la señalización de la ciudad, la altura de las papeleras o el espacio público que ofrecemos, son algunos de los ejemplos que podemos usar para darnos cuenta hacia quién se ha mirado cuando se han construido nuestras ciudades y nuestra sociedad. Una parte de esa población (por desgracia no es la única), a la que no hemos escuchado cuando se han tomado todas estas decisiones, ha sido a la infancia y a la adolescencia.

Actualmente estamos en un momento de cambio. Una toma de conciencia, donde dejamos de considerar a los NNA como extensiones de sus madres o padres y buscamos fomentar, mediante proyectos y leyes, su participación y su presencia activa en la sociedad.

Aun así, el trabajo propio que realizamos con nosotras y nosotros mismos, especialmente las y los profesionales, es fundamental. A veces, bajo el cuidado y la protección, creemos saber mejor que ellas y ellos mismos que necesitan y, aunque en ocasiones por la experiencia de la vida así es, es importante pararnos a reflexionar, cuestionarnos qué no siempre la gente adulta estamos en lo cierto, y dar espacio y fuerza a sus decisiones y opiniones, haciéndoles así participes de la vida en sociedad, y por ende, acompañándoles a la participación, al fin y al cabo, si no participamos en nuestros espacios cercanos y de confianza, difícilmente podremos llegar a una participación de escalas mayores.

La importancia de la participación juvenil e infantil

Cómo hemos comentado anteriormente, las y los más jóvenes son parte de la sociedad y por ello debemos fomentar su participación en la misma, pero ¿qué es la participación? 

Si un grupo de chicas y chicos se organizan en el descampado de su barrio para jugar al voleibol, podemos afirmar que este grupo está participando. 

Si quisiésemos subir peldaños en la escala de participación, este grupo, por ejemplo, deberá juntarse para presentar una propuesta de construcción de una cancha de voleibol en el descampado y, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se ubique, deberán seguir unos u otros pasos para mover su propuesta y que esta, pueda llegar así, a culminarse. 

La participación es un proceso, e incluso en este ejemplo, la participación empezó antes del partido, comenzó cuando varias personas se organizaron porque tenían una idea común que quisieron poner en marcha.

Fomentar la participación juvenil

Es por ello que es importante, cuando hablamos de participación, fomentarla (y valorarla) desde la escala más baja, al fin y al cabo, ninguna persona hemos nacido sabiendo participar y la única forma de aprender a participar es haciéndolo. 

En la juventud la participación juega un papel altamente preventivo y, si la adolescencia viene participando desde la infancia, será más fácil que continúe haciéndolo, porque, como decíamos anteriormente, ya saben hacerlo.

Si una persona joven, se encuentra con más gente joven con la que poder compartir intereses en común y poner en marcha procesos para llevarlos a cabo, su ocio, tiempo libre, conductas, e implicación en la sociedad, serán, probablemente, más seguras y saludables. Es por ello, que cuando hablamos de participación en la adolescencia también hablamos de prevención, y es responsabilidad de todas y todos fomentar que estos espacios participativos se den.

Concluyendo, todas las voces de la sociedad son importantes, y la infancia y la adolescencia deben ser parte de ello, porque no son nuestro futuro, son su propio presente y deben ser partícipes de él, tanto tomando decisiones y lanzando propuestas sobre lo que les concierne de la sociedad, cómo siendo protagonistas activos y activas de sus propias vidas.

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